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La absurda muerte de la joven Paola Vargas a manos, presuntamente, de las ‘barras bravas’, debe servirnos para evaluar a fondo el problema de las pandillas y la delincuencia juvenil en el Perú. Carlos Basombrío, columnista de Perú.21 y experto en temas de seguridad, resalta algunos puntos importantes sobre este tema que ha acaparado la atención de la prensa y la opinión pública en estos días.
“Lo primero es individualizar. Los asesinos de Paola la deben pagar. La Policía los debe identificar y los jueces condenar. No hay atenuante para este monstruoso crimen. A la vez, es muy importante no cometer el error de estigmatizar a todos los barristas por lo ocurrido, por más antipáticos, ruidosos y agresivos que sean”, señala. “Hay gente concreta que debe pagar sus responsabilidades”, añade.
Además, continúa Basombrío, los clubes de fútbol deben ofrecer estímulos positivos a sus seguidores para fomentar su buen comportamiento y hacerles notar que son importantes para la institución. Es fundamental premiar las conductos pacíficas y a la vez aislar y sancionar a sus barristas violentos.
“Más allá del escenario inmediato de las barras, hay que saber que el problema de la violencia juvenil no es fácil de enfrentar y no tiene soluciones solo policiales. Se explica, en mucho, por problemas sociales, familiares y económicos. Requiere una intervención integral”, comenta y sugiere idear planes e iniciativas –la experiencia del PadreChiqui es un gran ejemplo– para evitar que los niños no sean pandilleros de mañana.
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